¿Cuál debe ser nuestra actitud ante un consiervo que cae?

Cuando un líder cristiano cae, siempre escuchamos  diversas opiniones  o reacciones, desde los críticos más discretos hasta los más escandalosos y  perversos. Entre los que reaccionan y opinan podremos encontrar cristianos y no cristianos. Actualmente, en esta época de tecnología y redes sociales, muchas veces se usan éstas para divulgar y hasta para hacer chiste de lo que les ocurre a los líderes cristianos. Muchos enemigos de la fe incluso están esperando el momento oportuno para hacer burla de lo santo y de todo aquello que tenga que ver con Dios. Obviamente, no podemos controlar las opiniones de las personas en general pero sí podemos como cristianos o como consiervos seguir ciertas pautas bíblicas ante tales situaciones.

Tenemos claro que los casos pueden ser muy diferentes, y que a veces podrá tratarse apropiadamente y otras no, porque dependerá de la madurez de las personas (iglesias, directivas, concilios, comités, etc) encargadas de la disciplina, y depende también de la disposición de la persona que ha caído. Muchas veces la persona involucrada se niega a reconocer el error y/o recibir ayuda.

Entre los casos que podríamos encontrar están aquellos que caen eventualmente por una debilidad o por una mala decisión tomada sin reflexión, pero están los casos severos como aquellos a los que Pablo les llama “los que persisten en pecar” (1 Timoteo 5:20).  En esta ocasión asumiremos que estamos hablando del primer caso, es decir, de aquel siervo que ama al Señor y que aún siendo honesto y entregado a Dios y a su obra, cae.

Al abordar este tema debemos distinguir entre “actitud” y “procedimientos”. Los procedimientos disciplinarios podrían variar dependiendo de las instituciones y sus reglas de conducta establecidas, pero la actitud debería ser basicamente la misma en todo caso, es decir, una actitud de amor, compasión, misericordia y sobre todo, de mucho tacto. El apostol Pablo en Gálatas 6:1-2 nos da pautas a seguir: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.”

Creo que en estos textos tenemos definitivamente sabios consejos a seguir. En realidad abundan las Escrituras donde se nos exhorta a restaurar al caído. De hecho, nuestro Señor Jesucristo restauró con amor a sus propios discípulos que fallaron. Inclusive a Judas el traidor, lo trató con amor. En Mateo 18:15-17 el Señor nos muestra un procedimiento a seguir ante un hermano que peca: “Por lo tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele   estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aun contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano. En este pasaje vemos claramente que siempre hay un propósito de restauración, aunque se deja ver también que no siempre se logrará ese objetivo.

Hace tiempo atrás cuando el evangelista Jimmy Swaggart tuvo su caída, hubo toda clase de reacciones al respecto. Muchos criticaban y condenaban severamente al predicador. Mientras tanto, cuando se le preguntó al Dr. Billy Graham por ese caso, él respondió:

“Si le pasó a Jimmy Swaggart podría pasarme a mí. Este es un hombre santo de Dios que ha ganado miles de almas para Cristo. Ya está herido, no lo acabemos de matar, curemos y salvemos a nuestro soldado herido”.

¡Qué sabias palabras! Mientras algunos esperaban que él se pronunciara en contra y lanzara las flechas, él le trató con respeto y sabiduría.

 Por ese mismo tiempo escuché a un lider cristiano abordar el mismo tema en una forma que me llamó la atención. Citando el pasaje de 2 Samuel 1:17-27 donde David reacciona ante la muerte del rey Saul y de sus hijos (Saul era su peor enemigo), se resaltaba las palabras donde David dice “¡Ha perecido la gloria de Israel sobre tus alturas! ¡Cómo han caído los valientes! (V 19) “¡Cómo han caído los valientes en medio de la batalla! Jonatan, muerto en tus alturas” (v 25) “¡Cómo han caído los valientes, han perecido las armas de guerra!” (V 27).

Notemos que David les llama valientes, otros les hubieran llamado cobardes.

Tomando en cuenta esa historia y recordando las tantas veces que David se rehusó a tocar o hacerle daño “al ungido de Jehová”, podemos ver que David tenía un alto respeto por la unción, es decir por el cargo. Es admirable ver cómo él reconocía la importancia de respetar al ungido del Señor.  Saúl  había fallado muchas veces en obedecer y honrar al Señor pero David sabía que aun así era el ungido del Señor.

Cuando uno de nuestros consiervos cae debemos recordar que es “ungido del Señor”, y le debemos respetar, amar y tener misericordia, y como David, hacer mas bien lamentación por él.

Hay otra Escritura interesante en Romanos 14:4 la cual dice: “Tu ¿quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme.”

Hoy en día abundan los que se convierten en jueces de los demás consiervos, ya sea por su estilo de ministerio, su estilo de predicación, etc. y mayormente cuando alguien cae, surgen de inmediato los jueces y verdugos.

Finalmente, recordemos las sabias palabras del apóstol Judas que nos recomienda: A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne (Judas 23)

 

Sobre el autor

El Pastor Isai Galdamez  es exalumno del Seminario Bíblico Guatemalteco de la promoción 1986. Está casado con Donatila Galdamez y tienen dos hijos mayores de edad y tres nietos. Ha ejercido el pastorado en El Salvador durante 8 años y 28 años en  Porterville, California, USA