Lecciones que Aprendí en el Campo Misionero
Mi nombre es Lidia Martínez Chopen, soy originaria de Chimaltenango, Guatemala. Me gradué del entonces Instituto Bíblico Guatemalteco (IBG) en el año 1976 y Dios usó esta preparación bíblica de formas increíbles. Sin embargo, el llamado que me fue encomendado por 38 años como misionera transcultural en Amman, Jordania me ha enseñado tantas cosas prácticas que trataré de resumir en unas cuantas lecciones que les comparto ahora. Porque créame, realmente han sido muchas, ¡muchísimas lecciones!
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La primera, la adaptación. La importancia de no llevar en mi maleta física, emocional y mental: objetos, pensamientos y costumbres que limiten mi adaptación. Es entendible que la nostalgia por nuestro terruño aflora muchas veces y nos hará sentir solos e incomprendidos. Pero cuando voy preparada para ser adoptada por otra cultura, otra forma de alimentación, deseando descubrir un nuevo mundo, la adaptación será mucho más fácil. Esto nos ayudará a evitar prejuicios. Por ejemplo en nuestra civilización occidental se cree que no existen los derechos de la mujer en el medio oriente pero para mí sorpresa sí tienen derechos y les son respetados. Nuestra cultura no puede entender ni aportar nada a esta otra forma de vivir. Ese entendimiento no hubiese sido posible si no me hubiera abierto a entender la cultura del medio oriente. Debemos estar dispuestos a probar otro tipo de sabores, escuchar otro tipo de música, otra forma de vivir, aún, otra forma de vestirnos y pensar, sin dejar nuestra esencia cultural. Es increíble pero estar atados a nuestras comidas por ejemplo, nos hace diferentes y se convierte en un estorbo y ofensa para las personas que nos invitan a compartir sus gustos. Despojarse de la mentalidad occidental, nos hace estar más cómodos y hacer mejor nuestro trabajo. Esto implica aprender el idioma de la comunidad lo más pronto posible, y dejar a un lado los idiomas occidentales. Aunque, en mi experiencia, enseñar español fue un buen puente para hacer amigos porque Dios no desperdicia nada de su buen depósito. Un ejemplo bíblico es la vida de Daniel, él adoptó el idioma, la vestimenta y la cultura pero hizo un tremendo equilibrio espiritual entre su fe, sus emociones y su vida social en un lugar que no era su tierra y donde no compartían su fe. Lo más notable de Daniel fue que nunca se sintió superior a los babilonios.
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Ser radical en mi fe. Recién llegada a Jordania, me encontré con "el crimen de honor". ¡Qué tremendo susto! El crimen de honor es el derecho legal que tiene un padre, un hermano o un familiar que sea varón para matar a alguien más de la familia que cometa un acto que averguence la descendencia. Entre los hechos considerados como vergüenza en la familia están: renunciar a la religión de la familia, un embarazo fuera del matrimonio y un adulterio comprobado. Al demostrar que se actuó por resguardar la reputación de la familia, la ley lo justifica y no se procede a juicio. Los musulmanes son tan radicales con su creencia. Por eso no podemos publicar fotografías o evidencias que compromentan a los nuevos convertidos. En medio de ese ambiente, hay familias cristianas declaradas. Los cristianos en el medio oriente son los que pertenecen a las familias cristianas con orígenes del primer siglo.Y entre ellos también es aplicable el derecho de ejercer el crimen de honor. Existen cristianos nominales fanáticos por ejemplo en Egipto que en casos extremos utilizan este derecho. Una pregunta que ayudaría a aclarar este punto es ¿sería yo capaz de disparar contra mi propio hijo o hija, si insiste en unirse a una persona que será un impedimento en su vida espiritual? Sin embargo, quiero resaltar con admiración la posición sana de las familias cristianas genuinas que defienden a capa y espada la integridad espiritual de sus hijos evitando a toda costa que se casen con personas musulmanas. Conviven las dos religiones, comparten vecindarios, actividades y negocios pero los cristianos inculcan en sus hijos, desde su primera infancia, el no unirse en un yugo desigual con una persona musulmana. Por esa razón es tan admirable ver cómo las personas musulmanas son capaces de dar el paso de fe al recibir a Jesucristo como Salvador aún a costa de su propia vida. ¡Eso es fe!
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La unidad. Definitivamente la "iglesia" es decir la comunidad cristiana es completamente unida en medio de persecución. Fui gratamente impactada en un servicio de resurrección en Egipto, cuando me pude reunir aún siendo la media noche del día sábado junto a 15,000 creyentes en Cristo Jesús.
Ortodoxos, coptos, ortodoxos armenios, ortodoxos griegos, católicos, protestantes adorando a un Jesucristo que resucitó. De ninguna manera estoy hablando de una reunión ecuménica. Estoy hablando de hijos de Dios nacidos de nuevo. Porque ser cristiano en los países musulmanes es pagar un alto precio, así que no es para cualquier persona. Decir soy cristiano en Jordania, es admitir de palabra y de hecho: "no soy de ustedes y nunca lo seré y defenderé mi fe con mi propia vida si tengo que hacerlo".
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Dependencia de Dios. Lo más hermoso que aprendí fue entender para mi propia vida que para mi Padre celestial soy importante, y que cuando Él dice que "si habito a su abrigo, moraré bajo su sombra" es por que Él tiene la intención de cumplir su propósito y sus promesas en mi vida.
Recuerdo esta fecha de agosto 27 de 1983 cuando recibí la invitación para viajar a Amman Jordania. El trabajo era cuidar de una niña de 3 años, hija del cónsul honorario de Guatemala en Amman. Nunca imaginé que esa puerta la abría el Señor para llevarme de la mano por 38 años, de servicio y aprendizaje. ¡Cada día día fue una experiencia única! Estuve en medio de guerras donde la necesidad espiritual de las personas era tan evidente y en esos momentos tan duros e inciertos pude compartir de Jesús. También sufrí el duelo de pasar algunas temporadas completamente incomunicada de mi familia. El correo en Guatemala estaba en huelga (huelga que duró meses) y yo ni siquiera sabía si mi familia estaba bien ni ellos sabían lo que estaba pasando conmigo. Por aquellos años, las líneas telefónicas trans-oceánicas solían ser muy complicadas, y se debían hacer vía New York e Israel. Cosa que para los países vecinos de Israel, simplemente eran imposibles. En los primeros 3 años de mi estadía en la misión, el buen Señor, llamó a mis padres terrenales a su presencia y por supuesto ni en sueños podía disponer de recursos para hacer el viaje de vuelta. Así que aprendí, que mi Padre Celestial lo es todo. Entonces solo dejé que Él fuera todo en verdad. Él me dio hermosas oportunidades de compartir con familias cristianas, compartir mi fe, tener estudios bíblicos con ellos. Usé mis recetas de comida guatemalteca y mexicana para entablar amistades y así pude tener cercanía con mujeres musulmanas a quienes les compartí de Jesucristo. Tuve el privilegio de entablar amistad además, con varias mujeres extranjeras casadas, con hombres beduínos y así pude ver a muchos de ellos volver a sus raíces en Cristo Jesús.
Físicamente nunca pasé ninguna necesidad aún en la época en la que se hizo necesario independizarme para poder tener un mejor ministerio. Dios cumplió su promesa de que el bien y la misericordia estarían siempre conmigo. Aprendí a creerle, que Él cuidaría de mi, y proveería para mis necesidades.
Hoy conservo buenos amigos, ovejitas, y grandes experiencias de 38 años de servicio. Comparto ahora con la comunidad árabe en Guatemala y tengo el privilegio de ser una más de ellos, así que sigo llevando el mensaje a los hijos de Ismael. ¡Quién lo diría! Aquella estudiante de 16 años que entró al IBG con el firme deseo de ser útil en la obra del Señor sería llevada para aprender y enseñar a muchas personas. Por ellos también murió Cristo y debe haber una profunda urgencia nuestra por encontrar las maneras de que sepan del amor de Dios.